La caída del Banco Popular, crónica de una muerte anunciada

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    La caída del Banco Popular, crónica de una muerte anunciada

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    Siguiendo con la banca, parece confirmarse cada día más que la caída de Banco Popular era como el caso de una muerte anunciada ya desde 2014, año en el que la entidad, entonces presidida por Ángel Ron, pasó a ser, como todos los mayores bancos del país, supervisado por el Banco Central Europeo (BCE).

     

     

    Las dudas sobre si se pudo evitar su caída si los supervisores hubiesen reaccionado con más dureza para imponer remedios a sus males, o el hecho de por qué se le dejó asfixiarse por falta de liquidez, con la consiguiente pérdida total de valor para sus accionistas, son hechos que pueden ahora encontrar respuesta para los entonces más de 300.000 inversores de la entidad.

    La decisión del juez de la Audiencia NacionalFernando Andreu, de levantar el secreto sobre los informes del BCE sobre el caso Popular, contribuirá seguramente a arrojar luz sobre la primera resolución de una entidad en Europa.

     

    De momento, se sabe que a finales de 2014, el BCE, que acababa de tomar las riendas de la supervisión bancaria en la UE, envió una carta a Popular en la que ya se pedía que “prestase una mayor atención” a la calidad de sus activos.

     

    La carta iba más allá y apuntaba que sería “deseable” que Banco Popular “mejorase” sus procesos internos para asegurar una mejor calificación de los activos y de los deudores, según la documentación entregada a Andreu, y a la que ha tenido acceso este periódico.

    En aquella misiva, el organismo aseguraba que se tenía que informar “sin demora” al auditor de las cuentas de la empresa. Según informaba el BCE se debía recortar en 460 millones el valor de algunos activos. Esto se traducía en que los ratios de solvencia que había estimado el Popular eran en realidad inferiores, según figura en este documento. Pese a ello, la entidad cumplía con los ratios de solvencia.

    El 26 de agosto de 2016, Mario Draghi, presidente del BCE, remite una carta a Popular reclamando una serie de información sobre el cambio de consolidación de la entidad, tras dejar de formar parte del grupo consolidado bancopopular-e, y Targobank. Tres meses después, el 26 de noviembre de ese año, el secretario del consejo del BCE, Pedro Gustavo Teixeira, vuelve a remitir una extensa y dura carta en la que le comunica que sus recursos propios podrían estar por debajo de los requerimientos a finales de ese año y le marcó una drástica hoja de ruta que debería cumplir “a más tardar el 31 de marzo de 2017”.

    Su problema: “el alto nivel de activos no productivos”. El BCE le da de tiempo para reducir esos 15.000 millones de euros hasta diciembre de 2018, aunque desde marzo de 2017 debe presentar versiones actualizadas del plan cada tres meses.

    Entonces sus ratios de liquidez cumplían holgadamente con la normativa. Eso sí, el BCE también le recrimina a Popular la falta de independencia de algunos consejeros del banco.

    El 4 de mayo de 2017, el Banco de España le remite una carta para que apruebe la petición de una provisión de liquidez de emergencia (ELA) por 2.000 millones, ante la salida a partir de abril (Emilio Saracho ya era presidente de Popular, y ese mes, en concreto el día 10 de abril se celebró la junta de accionistas del banco) de depósitos como consecuencia de los rumores sobre la situación de la entidad. De 200 a 300 millones diarios (lo depósitos descendieron el 70% de finales de marzo al 1 de junio).

    El 23 de junio de 2017, ya tras haber sido resuelto el banco y vendido a Santander (lo que ocurrió entre el 6 al 7 de junio), el Banco de España realiza otro informe sobre la liquidez de Popular, y detalla por qué la entidad no pudo acceder a otra línea de liquidez (ELA) por no aportar debidamente las garantías. Popular fue resuelto con un saldo positivo de liquidez de unos 600 millones, que según algunos expertos, podían haber permitido disponer de un colchón para iniciar el día a la espera de formalizar las garantías adicionales para obtener liquidez. Las dudas siguen sin disiparse.

     

     


     

     

     

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